Muchas de las mujeres que son afectadas por un cáncer cervicouterino se encuentran en una etapa activa de la vida. El diagnóstico se realiza principalmente en mujeres entre los 30 y los 50 años aproximadamente. Hoy en día el diagnóstico temprano por medio de las medidas de pesquisa precoz como lo es el PAP ha permitido mejorar la sobrevida de estas pacientes. En el largo plazo esto ha generado que estas mujeres posterior a su tiempo de tratamiento puedan eventualmente reinsertarse en su medio laboral y su rol social y familiar, pero parte de este grupo de mujeres no logra reiniciar en forma satisfactoria su vida sexual en pareja.
La principal causa que refieren para no hacerlo es el temor a sentir dolor, o que se genere más daño en su zona genital, lo que les produce angustia y temor, dañando su autoimagen y también en ciertos casos sus relaciones.
Los daños que puede producir la radioterapia en el canal vaginal son regenerados en el tiempo por nuestro organismo, sin embargo a costa de un tejido más rígido que el original, y que además puede sangrar más fácilmente. Cuando una mujer desea reiniciar su vida sexual sin previo manejo se genera lo que conocemos como dispareunia, que es dolor a la penetración, esto sucede al menos en los primeros encuentros sexuales con penetración lo que se puede perpetuar en el tiempo, y también sangrado los que incluso en algunos casos persisten al igual que el dolor, por lo que son ellas las que deciden no tener nuevamente actividad sexual.
La estrategia que hemos usado en el INC es apoyar a las mujeres desde las etapas iniciales con educación para prevenir este impacto de los tratamientos, y se ha implementado un plan de rehabilitación de piso pélvico, que se inició como un piloto, que consiste en evaluar a las pacientes antes de sus tratamientos de radioterapia y braquiterapia para entrenar su piso pélvico y entregarles un dilatador vaginal posterior a un mes de finalizada la terapia, esto permite que se enfrenten con menos temores a un proceso -que solo por el diagnóstico produce pánico- y las acompañamos hasta el momento que se encuentran confiadas y en condiciones adecuadas de seguir con su vida personal lo más parecido a su vida anterior.
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El dilatador cumple una función clave para esta etapa, ya que les permite trabajar de manera constante (en sus domicilios) los tejidos que se han afectado, evitando que se rigidicen en el proceso normal de regeneración, y les devuelve la confianza de poder tener una actividad con penetración sin el temor de posibles daños. Les aporta seguridad y control y pueden en algunos casos resolver disfunciones sexuales previas, siempre con el acompañamiento con una psicoterapia adecuada y el trabajo de rehabilitación pelviperineal especializado con ejercicios y dilatación.
Por Paulette Estefania Diaz Guerrero
Medicina Física y Rehabilitación
Subdirección Médica Asistencial
Instituto Nacional del Cáncer
