Por décadas, la sexualidad masculina ha estado definida por reglas e ideas muy rígidas que -lamentablemente- siguen vivas en frases, chistes, conversaciones cotidianas y, muchas veces, en la misma consulta sexológica.
“El hombre siempre quiere”.
“Si no se le para, es porque no le gustas”.
“Si no te busca en la cama, seguro te está engañando”.
“Ellos piensan sólo con la cabeza de abajo”.
Esta idea de que el deseo masculino es automático e inagotable no solo es falsa, sino profundamente dañina. Nos enseñaron que el hombre siempre está dispuesto, siempre puede, siempre debe. Pero lo que casi nunca se dice es que el deseo también puede fluctuar, que puede apagarse o sentirse frágil. Y que eso también es parte de la sexualidad masculina. Y está bien.
El cuerpo no siempre responde como la mente espera.
No tener una erección no significa no sentir deseo y tener una erección no siempre significa estar disfrutando.
Cada vez más hombres consultan por dificultades sexuales como problemas de erección, eyaculación precoz o baja líbido y muchas veces no es que “algo esté fallando” en ellos, sino que es que están intentando encajar en una masculinidad que exige rendimiento, duración y complacencia constante y cuando el sexo deja de ser un espacio de disfrute y se transforma en un examen de hombría, aparece la ansiedad, el miedo al fracaso y la desconexión del propio cuerpo.
El pene no es un interruptor y la sexualidad masculina no es una máquina de rendimiento.
Es cuerpo, emoción, historia y contexto. Y en muchos casos, redescubrir el erotismo implica justamente eso: bajarle a la exigencia y subirle a la conciencia. Estar más presente, jugar, relajarse, vincularse. Eso, también, es ser hombre.
Explorar con tranquilidad sin la presión del resultado, osea: El placer sin presión es el verdadero desafío. Una sexualidad más real comienza cuando soltamos la idea de que “hay que estar listo siempre”.
Hablar de sexualidad masculina es urgente para abrir la conversación, visibilizar otras formas de vivir el deseo, la vulnerabilidad y el goce. Porque no existe una única forma de ser hombre, ni una sola manera de vivir la sexualidad masculina. Existen tantas como hombres hay en este mundo.
¿Te animas a explorar la tuya?